sábado, 27 de noviembre de 2010

Poesía, razón y sensibilidad…


Existe en Málaga una asociación de escritores denominada AME (Asociación Malagueña de Escritores) que se suele reunir todas las semanas en el Pimpi, típico bar cargado de remembranzas y de recuerdos de un amplio abanico de personajes que pasaron por él dejando su foto y firma estampada en sus barriles. El Pimpi tiene diversas dependencias o lugares para tertulias y encuentros, lo que le sitúa a la vanguardia de la potenciación y cultivo de la cultura popular malacitana. Por tanto no es un bar a la antigua usanza, sino un lugar cuyo objeto es más el encuentro, donde se conjuga el alimento del alma con el del cuerpo.

Invitado por un amigo he decido participar en esta asociación, que preside Alfonso Villegas, y disfrutar de sus actividades. En este sentido el pasado miércoles tuvo lugar una conferencia pronunciada por el filósofo Miguel Ángel Padilla bajo el título “Semblanza de María Zambrano”. En ella se habló de poesía y de racionalidad.

Yo aprovecho que la exposición haya removido en mi interior reflexiones sobre la expresión poética como elevación del intelecto y la racionalidad y el afrontamiento de los avatares de la vida, para compartirlas con los lectores. Siempre sostuve y mantuve que no soy poeta, o mejor dicho, yo no soy nada definido o definitivo salvo un ser humano complejo con potencialidades ocultas que pretende sacarlas a flote, ya que dentro de mí, como de cada ser humano, hay aspectos ignotos y capacidades para acometer cualquier cosa que pueda hacer otra persona, eso sí, con mayor o menor éxito. Eso me ha llevado a escribir, incluso, poesía de forma desvergonzada.

Pero, el caso no es ese, sino la concepción o conjunción de la poesía y el compromiso social hacia la evolución del ser humano, de la búsqueda intelectual de un ser más humano y menos materialista, más ideologizado, desarrollado espiritualmente y comprometido con la búsqueda de alternativas y formas para consolidar una sociedad más justa, consistente y con proyección de futuro, en un entorno más equilibrado y sostenible para la perspectiva y evolución de la vida.

El poeta, revestido de esa preciosa capacidad de expresión que hace de lo simple lo sublime, que eleva a lo excelso lo cotidiano, que conjuga los sentimientos para plasmar en palabras las emociones y vivencias, es una parte del ser al que se le dota de una excelente herramienta de comunicación, como es el bello uso y la atracción de la palabra.

Eso crea, o debe crear, compromiso intelectual, desde mi punto de vista. ¿Y por qué? diréis… pues muy sencillo; porque en estos y otros momentos, o sea siempre, el intelectual, el pensador e idealista, quienes han tenido la sensibilidad de ver el mundo desde otra perspectiva, han sido capaces de buscar alternativas ideológicas para encontrar respuesta a los nuevos problemas desde otra dimensión, desde la creatividad y la inventiva, desde la imaginación… hoy hace falta gente con talento, inteligencia, sagacidad, clarividencia, lucidez, originalidad, iniciativa, incluso, fantasía para buscar respuestas a los problemas de una crisis que se escapa a los razonamientos lógicos y que se ancla en los valores de la gente, de los pueblos y de sus gobernantes.

Es el materialismo consumista quien ha ganado la partida y es el mismo que nos conduce a la debacle. No renunciaremos al bienestar material obtenido, a pesar de tener conciencia de su perversidad para con el sistema, con el planeta y la biodiversidad, pero será por falta de conciencia y disposición a buscar alternativas válidas que dignifique la vida del ser humano integrado en su entorno. Nuestra perversa y morbosa cultura, que se ancla en la historia, ha dado suficientes muestras de su capacidad de dominio y dilapidación de los bienes de este mundo, de la madre tierra, mediante la destrucción, no solo de los recursos, sino de las culturas que tenían otra visión de la relación del hombre con su entorno, a las que se calificaron de salvajes.

Viene a cuento aquellos versos de Celaya: "Maldigo la poesía concebida como un lujo, cultural por los neutrales, que lavándose las manos se desentienden y evaden…” Yo no maldigo nada, siempre que no agreda y destruya, pero sí mantengo que la persona dotada de una capacidad intelectual determinada, tiene el compromiso y el deber moral de aportar al mundo todo el potencial creador y constructivo del que es portador, en pos de una mejora de la sociedad y de la evolución de la especie; la forma o método es consecuente con el desarrollo de sus habilidades para ello, y la poesía, por tener ese magnetismo emocional y sensibilidad, es un instrumento de primera magnitud.

Por eso digo que la poesía tiene su máximo sentido cuando marca la razón con su sensibilidad, cuando muestra las esencias de la vida desde la belleza, cuando eleva lo cotidiano a sublime. No hablo, pues de idealismo político en su sentido más específico, sino a su compromiso con la creación de un espíritu de los tiempos que lleve a mejorar la sociedad, a descubrir las esencias que deben conformar un nuevo hombre, un ser enfocado hacia el humanismo, hacia esa actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos, en detrimento del materialismo consumista y arrasador de la propia naturaleza. La viabilidad de nuestro futuro como especie humana pasa por identificar y tamizar aquellos valores positivos y rechazar los negativos, y la poesía y los poetas, a mi entender, tienen su papel y compromiso en ello.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Quien mucho abarca poco aprieta… o viceversa.


En los últimos tiempos la civilización se ha ido especializando en muy distintas materias, lo que ha llevado a cota de desarrollo del conocimiento inimaginables hasta hace bien poco. La gente y su genio, su inteligencia, se ha volcado en el desarrollo de una materia específica y han conseguido elevar ese conocimiento a cotas increíbles, a través de la especialización. La medicina con sus distintas especialidades son un buen ejemplo de ello. Todo ello ha significado un desarrollo colateral en función de las técnicas, aparataje y recursos necesarios para apoyar esa evolución. La RMN (Resonancia Magnética Nuclear), por decir algo, es hoy una prueba diagnóstica de uso cotidiano. Pero claro, esto no es solo en la medicina, sino en las ingenierías, el derecho, la economía, las finanzas y las ciencias en general.

Lo curioso es que se están desarrollando especialmente aquellas que son rentables a la economía de la industria que suministra y cubre los procesos en cuestión. Es decir, no importa que la gente se muera de hambre, pero no se ha de morir de una enfermedad que tiene tratamiento médico, aunque sea carísimo y producida por la propia hambre. De momento no quiero entrar en este tema que para mí, como profesional de la salud, es escandaloso y que merece una reflexión sosegada, razonada y seria para desmontar la parafernalia que tiene esta industria con la intención de llenarse los bolsillos a costa de la curación, pero no de la prevención y el cultivo de la salud. Traigo a colación mi artículo titulado: “Doctor recéteme un cocido”, publicado en este mismo blog el 30 de diciembre de 2009, en plena Navidad. Lo podéis ver en:
http://antoniopc.blogspot.com/2009/12/doctor-receteme-un-cocido.html.

Pero, en fin, este no es el caso que me trae a escribir hoy, sino la visión de un ser humano global, integral, en contraposición al especialista. He conocido a afamados doctores que se pavoneaban delante de sus pupilos, de sus ignorantes clientes y de la gente en general por saber tantísimo de ese tema. Se sentían dioses, en un pedestal por estar más allá del ser normal. Carentes de la humildad que hace al ser humano más humano. Apretaban mucho, pero abarcaban poco…

Si bien agradezco esa dedicación de la especialización y su trascendencia, desde un punto de vista personal no me identifico con la defensa a ultranza de las especializaciones. Para mí, la especialización pudiera llevarte a ver el mundo por un tubo, por un canuto observando solo lo que se ve por la O de ese canuto, pero no su contexto, su interacción con lo demás desde una perspectiva holística, de conjunto, totalizadora. Y, si consideramos que las especializaciones se promueven al amparo de los negocios que se hacen con el desarrollo, creando, también, nuevas necesidades en el conjunto de la sociedad pudiente, o sea con capacidad para comprar y pagar, colegiremos que no buscan el desarrollo de la sociedad sino de los grupos de poder económicos. Esto se traduce en enfocar los recursos de investigación hacia los campos que le interesa al desarrollo empresarial, a los campos técnicos, en detrimento de las humanidades.

Deduzco, pues, que estamos perdiendo la visión integral del ser humano y lo sometemos a la evolución de la tecnología. A mi edad, que son 59 nada más, me planteo algunas cosas con respecto a la propia existencia y a la bondad o maldad del sistema y la cultura que nos condiciona. Prefiero abarcar mucho y apretar poco, que apretar mucho y abarcar poco. Por qué… pues porque en nuestro interior hay una serie de potencialidad que me ha cegado la necesidad de trabajar, al tener que dedicar mi tiempo a lo que me proporcionaba el sueldo para el sustento.

Hay que escribir poesía, relatos o reflexiones, hacer bricolage, acercarse a la rosa, al campo, a la hormiga y al pájaro que vuela, a la mar y a la arboleda, al viento y a la lluvia, a la montaña y su flora, relacionarse con las otras fuentes de la vida humana que son los demás humanos, hay que percatarse de la totalidad de la esencia que compone el mundo que nos rodea para sentirse integrado en el mismo, porque el todo son ellos también. Entonces, en contraste con nuestra propia nimiedad nos empezaremos a encontrar a nosotros mismos desde la inmensidad de nuestras potencialidades, de las capacidades ocultas que cada uno lleva dentro y nos sentiremos más realizados. Desde la proyección del cosmos en ese microcosmos que somos cada uno de nosotros. No veré, con autoridad, desde la concepción científica, pero sí desde la humanista que me permitan mis limitados conocimientos. Será un encuentro integrador, abarcando mucho y apretando poco, pues creo que es mejor una visión holística que una puntual. Prefiero ver el bosque y desde el bosque comprender los árboles, que no la intrascendente visión de un árbol que no me deje ver el conjunto del bosque. Eso sí, conjugar esas dos visiones es complementario.

Finalmente, concluyo que se está confundiendo el concepto de progreso y desarrollo, entendiéndose por él el tener más; el conocer, manipular y controlar los procesos biológicos, energéticos y las leyes que rigen el mundo para sacarle el máximo provecho material a sus recursos, en lugar de acoplarnos a la vida en procesos de desarrollo sostenibles; así como el conocimiento y avance de la tecnología enfocada al beneficio económico; todo ello en un marco inmoral que solo pretende el incremento del capital y la sumisión del ser humano a ese proceso morboso de alienación, donde la especialización está al servicio de una mayor producción en lugar de a un mayor desarrollo del propio ser humano. Todo ello lleva a una pérdida de la visión humanista del hombre desde el concepto de integridad biopsicosocial y del desarrollo de las humanidades, que quedan desprestigiadas y relegadas a meros actos de conciencia colectiva, o bien a la concienciación de grupos ideológicos marginales en tanto los líderes políticos y de opinión se someten al sistema.

No. No me gusta. Quiero abarcar mucho para tener mejor opinión, visión más amplia, aunque apriete menos… Seguramente la suma de muchos pocos será superior al peso de un mucho. Y es que los seres humanos tenemos bastante que aprender de la naturaleza, somos como los árboles, de jóvenes crecemos hacia arriba, retamos al cielo para ser grandes, pero luego, en la madurez, crecemos a lo ancho. Extendemos ramas de donde cuelga el fruto de tanto crecimiento, damos sombra y protección a los que quieran cobijarse y nuestras ansias de especialización en algo dan paso a la necesidad de hacerse más universal en el conocimiento… prefiero ser más extensivo que circunscrito para comprender ese microcosmos, como decía, que llevamos dentro.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Las apariencias engañan



Anda uno, a veces, cargado de puñetas, pequeñas manías, sin llegar a obsesiones, que se cuelan en los hábitos cotidianos y que, según que días, se exacerban más o menos. El hecho es que, de cuando en cuando, me asalta una pequeña rareza que puede ser más extendida de lo que pienso. Consiste en observar a la gente y establecer hipótesis sobre su vida y su personalidad, su forma expresiva y sus sentimientos, sus emociones y vivencias, en función de los mensajes no verbales que su cuerpo va transmitiendo…

Es curioso, pero ese extraño ejercicio debe tener su raíz o intencionalidad en algún lugar íntimo de mi propia psique. No sé si su última pretensión es constatar o investigar, aunque sea hipotéticamente, cómo son otras vidas, otra gente… sin dejar de lado la proyección que toda interpretación suele llevar incluida; o puede que sea una deformación profesional de psicólogo, si bien no soy un defensor de la Teoría Tipológica de Kretschmer, más bien al contrario, sí soy un interesado en la Teoría de la Comunicación Humana, tal vez, sea ello lo que me mueve a ese extraño ejercicio interpretativo, por lo general no contrastable.

Pues bien, en este sentido ando intentando desenredar la paradoja de las conductas manifiestas, que muchos ejercemos desde la exigencia o demanda del entorno, es decir, de la sociedad y sus complejidades, en contraposición al sentimiento íntimo, del carácter individual que soporta esas conductas. O lo que es lo mismo, lo que manifestamos a la gente y lo que llevamos realmente dentro.

Es ese caso del sujeto que trasmite seriedad y que luego resulta que es un cachondo mental, chistoso, ameno, agradable, llano y entrañable; cuando la opinión de la gente de la calle, de quien no le conoce, se orienta a considerarlo serio, con las connotaciones que se le quieran adjudicar a la palabra como formal, reservado, seco, hosco, adusto, agrio, etc. Quiere decir esto que las apariencias engañan y que el pensamiento de los demás no depende tanto de cómo es uno, sino de cómo son ellos y los parámetros que tienen para adjudicar los calificativos y ubicar o conformar su idea sobre ese algo, en este caso el sujeto.

Dejo el rollo introductorio, que da para elucubrar mucho más y voy al grano. El otro día, estando parado, me vino una persona de frente y a lo lejos ya se le veía seria, firme, con un caminar potente, casi agresivo, la cara tensa, la mirada fija, ausente y lejana… Cuando se acercó más sufrí un latigazo y me tiró por tierra la imagen formada, traía una ventana abierta, la ventana de sus ojos, y su rictus ya no era tan ceñudo, la comisura de sus labios esbozaba una leve e íntima sonrisa camuflada, el brillo de sus ojos delataba cierta satisfacción… se le escapaba el candor, esa autenticidad que su caminar pretendía disimular. Entonces, cuando pasó, me volví y la vi bella.

En una primera impresión la catalogué de hosca, seca, huraña, frustrada; incluso agresiva y despótica. Daba la sensación de haber tenido una mala noche, ya me entendéis. Su forma de andar apartaba, establecía barreras bloqueando su espacio vital mediante un muro protector… Pero luego, cuando me fijé en sus expresiones faciales, en esas nimias manifestaciones que se le escapaban al control, concluí mi error. Sus ojos la delataban. Pensé: Qué va, ha tenido una excelente noche o le espera un espléndido día haciendo un trabajo que le gusta, o… su satisfacción y alegría contenida se le escapaba por esas ventanas oculares. Y es que los ojos son el espejo del alma, como se suele decir. Se comenta que en tiempos de Luis XIV de Francia, las cortesanas ya usaban colirio, ello las hacía más bellas y seductoras mediante la dilatación de las pupilas y el brillo de sus ojos. Quién no ha oído alguna vez la canción “Amores de barra” que interpretaba Ella baila sola, aludiendo al colirio en los ojos…

Entonces por qué me había confundido, por qué aquel caminar agresivo, aquella ausencia y malaje que yo había interpretado… o tal vez ella había simulado desde la distancia. Y es que a veces, caminamos con nuestro propio mundo a cuestas, cerrado a cal y canto a los demás, para que no entren en él, establecemos un muro defensivo para que la gente no se permita aventurarse en nuestra vida… Usamos esa comunicación no verbal que instaura obstáculos o barreras. No saludamos, no sonreímos, no mostramos afectos y nos presentamos insensibles, rígidos y ausentes… y detrás de todo ello se esconde una persona maravillosa deseosa de vivir, de comunicarse y hacer amistad, pero la paranoia de la calle, del miedo a lo desconocido, de la desconfianza y la necesidad de cerrar puertas para que no entren los desagradables, se ha establecido como conducta defensiva en mucha gente. Esa conducta se mimetiza en los demás y, de resultas, andamos todos paranoides, suspicaces y cargados de susceptibilidad. Luego, una sonrisa, un acto de cortesía, una manifestación de amabilidad suele abrir esas puertas cerradas, pero… ¿Quién empieza? De momento voto por retomar la idea de saludar, que como digo en otra entrada, es salud-dar, en este caso dar salud mental, y quien la da la siembra y la recibe como cosecha, también por mimetismo agradecido.

martes, 16 de noviembre de 2010

El Flamenco y la Unesco

(Conferencia sobre flamenco en la Peña Cultural
Flamenca Juan Casillas de Cuevas de San Marcos)

Hoy es un día grande para el flamenco; y Andalucía, de forma especial, celebra en estos momentos que el flamenco haya sido elegido Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, a la par que los Castells y el Canto de la Sibila, otras dos representaciones de la cultura y el arte popular de Cataluña y la expresión religiosa de las Islas Baleares respectivamente, a los que también nos unimos en un gozo solidario.

Los amantes y admiradores del flamenco nos sentimos orgullosos y satisfechos de este reconocimiento. El flamenco es el canto rasgado y hondo de un pueblo que expresa profundos sentimientos en todas las variables emocionales, alegría, pena, dolor, amor, grito, reivindicación, reto, injusticia… Surge, pues, de la necesidad imperiosa de expresar un sentimiento contenido en un pueblo marginado y reprimido por el orden dictatorial de una Andalucía latifundista, al que le era vedada la cultura y el desarrollo desde la sumisión de su gente. Un encuentro entre el mundo libre del errante gitano y el campesinado sometido, un grito desgarrador que, surgiendo de las entrañas, lanza a los cuatro vientos el sentimiento de ese pueblo en todas sus vertientes. Unas veces al amparo de la barra de una cantina, con el vino como estimulante del valor reprimido, otras desde el grupo, sus fiestas y encuentros, y las muchas desde la soledad del campo, del tajo en la faena y el rudo trabajo. Son muchos los palos del cante, muchas las formas de expresión que hacen aflorar esos sentimientos de forma magistral. El flamenco conlleva un fenómeno sociológico de primera magnitud que se conjuga en el pueblo andaluz y que irradia hacia el resto de España y del mundo.

El flamenco hay que escucharlo con respeto, bebiendo cada palabra, cada verso, tono y toque de guitarra, pues en su conjunción se eleva la esencia del sentir de ese pueblo que lo parió para poder expresar, desde su rudeza, los sentires del alma de su gente, de su profunda filosofía de la vida. El verso, la voz, la guitarra, el baile… todo es armonía para elevar esa expresión a cotas de arte popular, de fusión artística entre la poesía, el cante, la música y la danza.

Por eso, hoy, como admirador y seguidor del flamenco, siento especial satisfacción. Estoy seguro que mi peña flamenca, el próximo sábado, en la conferencia programada sobre el flamenco, sentirá el placer y el orgullo de ese reconocimiento.

Quiero aportar a este homenaje al flamenco unos versos de mi amiga y poeta Encarna Lara, que en su libro Raíz Flamenca, prologado por D. Alfredo Arrebola, Director del Aula de Flamencología de la Universidad de Málaga, y presentado recientemente en mi Peña Flamenca, versa unas peteneras de amor rasgado por la ausencia:

PETENERAS


Por la ausencia de tu voz
la muerte me está llegando
y por esa misma ausencia
en la muerte estoy vagando.

Solo pretendo olvidarte
y en ello pongo mi empeño
pero al mirarte a los ojos
olvido lo que pretendo
……………..

Dime viento si en mí piensa
cuando en él estoy pensando,
pero no le digas nunca
que por él estoy llorando.
……………..

Cuando subo hasta tu calle
siempre miro a tu ventana,
por si estuvieras en ella
y tus ojos me miraran.



Esta soleá por bulerías de Sara Baras le da el toque de alegría al día

A/A de D. Joan Puigcercós

(Puigcercós en el Santuario de Nuria, junto a Ripoll su pueblo natal)


Créame señor, me ha dejado usted estupefacto. Yo le tenía por un hombre sensato, bien informado y nada demagógico, que defendía razonada y razonablemente sus planteamientos políticos bajo el paraguas del más absoluto respeto a los principios democráticos, entre los que debe encontrarse la verdad. Si bien no comparto, como hombre de izquierda, que ustedes hayan introducido el término izquierda en su nomenclatura, en tanto no entiendo una izquierda que no sea internacional, que no pretenda la unión de todos los pueblos, la eliminación de fronteras, en tanto los grupos de poder que se esconde detrás de las fronteras, las usan como fortines defensivos para sostener, egoístamente, las diferencias y la injusticia social que sustentan el capitalismo o al sistema establecido, salvo que usted quieran actuar solamente sobre su parcelita de poder independiente (lagarto, lagarto)… y eso no es, desde mi modesto punto de vista, ser de izquierdas. Me parece muy bien que usted sea republicano, cosa que comparto, incluso independentista, pero no me cabe eso de izquierda pura.

Soy 1/6 catalán, es decir he vivido 10 años de los 60 que tengo en tierras catalanas, donde trabajé, corrí de los grises por la plaza Cataluña y Universidad, estudié nocturno, me casé y tuve una hija. Aunque nací en Andalucía, la dureza de la vida me llevó a buscar trabajo en otras tierras y procuré mi integración en ellas, desde el más absoluto respeto a su cultura y sus tradiciones, cosa harto difícil en aquellos tiempos. Mi esfuerzo fue mucho mayor que el suyo, para poder conseguir unos estudios que me permitieran progresar. Sin necesidad de que me lo impusiera nadie aprendí catalán, hablado solamente, pues en aquellos tiempos ya era bastante, estamos en el año 1967. Siento un gran amor por Cataluña y su gente, entre los que tengo muy buenos amigos, y me duele enormemente cuando, de forma irracional, denostan al ciudadano catalán llevados por estereotipos absurdos, falacias y bulos que solo pretenden el enfrentamiento entre la gente.

Creo que hay una tendencia a potenciar el conflicto, el enfrentamiento entre los pueblos, cuando estos no lo buscan, pero los políticos, mejor dicho, muchos políticos que han perdido la dignidad y el sentido democrático, se empeñan en revolver el río… ya sabe, a río revuelto ganancia de pescadores, porque su interés no es el pueblo, los problemas del pueblo, sino conseguir el voto del pueblo para luego hacer de su capa un sayo y servir a otros señores. Por tanto, cabría decir: “no hay conflicto, pero si me lo invento en plan profecía autocumplidora, en plan pigmalión, sacaré tajada. Tengo, pues, que crear el descontento y eso se hace enfrentando a la gente. Veis, no nos quieren en Andalucía, no nos quieren en España, no nos quieren en… allí no pagan impuestos, aquí todos, nosotros los mantenemos… los catalanes se quedan el IVA, se llevan las inversiones, quieren destrozar España,...” Esa técnica poco inteligente aunque práctica y alienante, que potencia la paranoia, hace entrar en una espiral peligrosa, donde los no críticos, llevados por el dogmatismo de sus líderes y su visceralidad, acaban provocando un conflicto de entendimiento e intereses. Por desgracia hay muchos de estos sujetos en nuestro Estado Español, como gustamos llamarle ahora. Líbreme Dios de ellos y su insidiosa intencionalidad. Su extremismo gana más adeptos y el lugar de encuentro se distancia extremándose las posturas. De todos es sabido que los defensores del Estado centralista, de la España anacrónica del pasado reciente, se frotan las manos cuando provocan esa situación. El señor Arenas, es un caso propio de esta Andalucía donde vivo. No deja de ser curioso que la derecha del PP apoyé aquí lo que manda al Constitucional en relación a los estatutos de autonomía. Esa es la estrategia del PP y solo del PP.

Repudio los correos que me mandan denostando a los catalanes, a los vascos o a los rivales políticos en general; me revuelve las tripas ver como un sujeto hace de correa de transmisión de otro que insulta y falta a la verdad por una porción de votos de gente engañada. Esa demagogia es vil, mentirosa, irrespetuosa con la gente, insultante a los principios democráticos y a la propia inteligencia y denigrante para quien la emite, que en la mayoría de los casos, al ser bulo, no tienen autor. Hay una clara intencionalidad de "comer el tarro" a la gente para potenciar la confrontación, sabiendo que hay un puñado de votos provenientes de la mediocridad ideológica que son conseguibles con esa técnica, y hemos de soportarla porque se esconden detrás de eso, del bulo y la falacia.

Pero usted, que ha faltado a la verdad e insultado a todo un pueblo, diciendo que en Andalucía no paga impuestos nadie, sin aportar prueba alguna, parece que buscó también la confrontación a través del falso victimismo y cayó en la trampa denigrante de la mentira demagógica como arma de confrontación y reclamo de votos. Usted sabe sobradamente que aquí, al igual que en el resto del país, paga impuestos “to dios”, pero de tener constancia de que no se paga debería denunciar a quienes así lo hacen para que los que pagamos, tanto ahí como aquí, no nos sintamos engañados. Se lo agradeceremos los andaluces, los catalanes y todos los ciudadanos del Estado.

No obstante, como estoy seguro de su mentira, creo que lo honrado, prudente y dignificador de su persona sería reconocer que se le calentó la boca y metió la pata, pedir disculpas; porque de lo contrario, mantener su posición sería, permítame que me refiera a la conducta o actitud, una necedad en tanto le faltó inteligencia para concluir sobre la verdad. Comprenda que una gran base del pueblo andaluz se siente hermanada con el pueblo catalán a pesar de sus políticos… No solo por ser del pueblo, sino porque mucha de nuestra sangre hermana vive ahí, y son pocos los andaluces que no tienen un familiar en Cataluña.

Señor Puigcercós, si es de verdad de izquierdas, de la mano vamos mejor que dándonos puñetazos o guantadas, pero vayamos para el mismo sitio, salvando las diferencias culturales que siempre son complementarias, para una humanización del mundo, de su gente, y una justicia social que nos haga más libres y más grandes

sábado, 13 de noviembre de 2010

Hablemos de espiritualidad


En una respuesta al comentario de Jordi en mi artículo “Desde la ética laica, Dios sería laico…” publicado en Grito de lobos, comento: “Personalmente, reconozco, que no tengo muy claro el concepto de espíritu, aunque me preocupa la espiritualidad en su definición más práctica, fundamentada y racional. Creo que merece una reflexión específica.”

Pero esa reflexión también merece ser compartida con todos a quienes les interese el tema, que no somos pocos, pues eso del espíritu está anclado muy hondo en nuestra mente y cultura, por lo que quiero hacerla en este mi blog. Eso sí, intentaré que sea lo más fundamentada y racional posible desde mis limitaciones y punto de vista.

He andado leyendo a lo largo del tiempo, y para esta reflexión aún más, sobre el tema y reconozco que hay tal batiburrillo respecto a la conceptualización de lo espiritual y tantas interpretaciones sobre el asunto, que puede uno acabar más confundido al final que al principio, sobre todo si no tenemos un fundamento o conocimiento de la filosofía. Despréndese de todo ello, que los filósofos se dejaron llevar, en parte, por el llamado espíritu de los tiempos, que es un planteamiento filosófico a caballo de las influencias sociales, políticas y religiosas del momento, desde la perspectiva de un posicionamiento cultural global o de grupo. Si empezamos a ver las distintas definiciones y usos que se da a la palabra “espiritual” podemos vislumbrar, incluso, su polisemia, dado los muy diferentes sentidos que se le otorgan. Pero me quiero quedar, en parte, con las ideas hegelianas, por su aporte más reciente y su sentido otorgado en el vocablo “Geist” que en alemán se traduce por espíritu y también por “inteligencia”… Remarco inteligencia ya que lo relaciona con lo intelectual, la mente pensante y las cogniciones.

No soy yo quien para descalificar a ningún gran maestro de la filosofía, válgame Dios, pero, como sujeto práctico, debo buscar una filosofía o planteamiento que me sirva a mí personalmente para mi desarrollo y entendimiento. No quiero, pues, ser sacrílego en este asunto donde tantos importantes cerebros, a lo largo de la historia, dejaron su impronta, pero mis humildes reflexiones solo pueden tener sentido desde mis capacidades y mediante la computación de los datos que manejo en mi modesta mente, que tiene un bagaje y un acumulo de vida, experiencias, conocimientos y demás que son los que me sirven a mí para mi propio proceso cognitivo. Por tanto, si me lee algún filósofo académico y ortodoxo entienda que mi pretensión no es otra que poner en orden las ideas que llevo dentro, aunque choquen con planteamientos clásicos.

Dicho esto, me gustaría ceñirme al concepto espiritual relacionado con lo intelectual, como ya he dicho. El diccionario de la RAE presenta varias definiciones, pero hay dos, que da como las primeras, que son las que se ajustan más a mi pretensión, como son: “Ser inmaterial y dotado de razón” y “Alma racional” y esto tiene una lectura relacionada con la inteligencia y la mente y sus energías que la gestionan. De todas formas espero dejar claro lo que entiendo por espiritual, a lo largo del artículo.

El ser humano es singular en la creación. Está en un estadio evolutivo muy diferenciado del resto de los animales, y eso de ser pensante, de tener la capacidad del razonamiento tanto inductivo como deductivo, de ir de lo particular a lo general y de lo general a lo particular, lo sitúa en la duda continua, a la par que en la necesidad cognitiva de dar respuesta a la misma. La duda sostenida en el tiempo, para el ser humano, implica cuestionamiento sistemático y, a la larga, conflicto interno.

Hay otro punto, bajo mi opinión no de menor calado, que nos condiciona, como es el saber que somos finitos, que hemos de morir. La angustia de la muerte como algo irrevocable, inapelable y desconocido, que se escapa a la razón, nos crea interrogantes y, por ende, angustia o ansiedad, que hemos de resolver. Nos sentimos el eje de la creación, el epicentro, y pretendemos trascender al más allá como forma de mantener la vida. Si tenemos un alma o espíritu que trascienda tras nuestra muerte seremos inmortales y colmaremos nuestro egocentrismo reafirmándonos como algo superior.

Todo lo expuesto queda enfocado a la necesidad de buscar una verdad que nos satisfaga ese duda, ese interrogante sobre todos los fenómenos que nos rodean, incluidos los naturales. Por tanto, la espiritualidad está cargada de esa curiosidad y necesidad de respuesta, movida por ello. Por lo que me atrevería a traducir espiritualidad por búsqueda de la verdad. Sería ese impulso natural que sienten los seres humanos hacia el conocimiento para sortear sus dudas y dar sentido y estabilidad a su pensamiento, a su vida, y paz interior como ausencia de conflicto interno y, por ende, externo, al pertenecer a un grupo.

Claro está, según y como, ese interés se queda en lo superficial o pasa a lo más profundo. Es decir, damos elementales explicaciones a lo que no conocemos o aceptamos la de los otros sin más cuestionamientos, como por ejemplo la creencias en dioses para cada elemento o duda que nos surja respecto al funcionamiento de la propia naturaleza, dios del viento, de la guerra, del amor, del mar, del… o pasamos a una reflexión profunda que, como es natural, perpetúa la duda, puesto que cada vez que concluimos algo desplegamos otro montón de interrogantes nuevos, pues hemos abierto otra ventana que nos presenta más campos de estudio, lo que garantiza la evolución del conocimiento.

He hablado antes de dioses del mundo pagano, pero también cabe su aplicación a las religiones actuales y su propia génesis. Si el hombre necesita verdades para vivir tranquilo o resignado, démoselas, pero para explicar lo inexplicable, puesto que nuestro nivel de conocimiento no llega a su comprensión, creemos explicaciones sobrenaturales y dogmas que sostengan ese deseado equilibrio.

La cuestión es que en el mundo se presenta un inmenso escenario cósmico donde la mayoría de las cosas son desconocidas, inexplicables como decía, necesitadas de descubrir; no de inventar, el hombre no inventa, el hombre descubre leyes y formas que están, que ya existen, y las aplica. Eso quiere decir que la única verdad que hay está en nuestro entorno, aunque no la comprendamos aún, aunque no la conozcamos, pero que mediante el estudio y desarrollo del conocimiento podremos llegar, o acercarnos más, a ella. Para ello me baso en mi idea de que la duda es la madre del conocimiento, y planteo la continua disposición a cuestionarlo todo en función de las nuevas aportaciones que vayan consolidándose como verdades. Esto se pega de narices con el dogma que pretende sustraer los temas de reflexión al debate.

Concluyendo, entiendo que:
1. La espiritualidad es la búsqueda de la verdad.
2. La verdad está en nuestro entorno.
3. La duda es la madre del conocimiento.
4. El dogma bloquea el conocimiento de la verdad.
5. El acercamiento a la verdad solo se hace desde el cuestionamiento sistemático de todo, hasta conseguir su racionalización final, aunque sea a modo individual.
6. Si dios es la verdad (acordémonos los dioses del rayo, el viento, la lluvia, etc) solo podremos llegar a él mediante el desarrollo de la ciencia y el conocimiento, que nos dará la explicación del fenómeno.
7. En el conocimiento de la verdad no entran solo las leyes naturales y materiales que conocemos, sino lo desconocido y pendiente de descubrir.

Es inquietante eso de la espiritualidad, esa forma de la duda continua, esa idea o necesidad de incrementar el conocimiento, de desarrollarse y elevarse a la verdad en la autorrealización, esa búsqueda sistemática de lo divino a través del entorno y de lo desconocido pero sin dejarse llevar por dogmatismos y prejuicios que nos anclan en lo irracional, esa lucha que a veces agota y puede dejarte en brazos de cualquier religión o creencia, cerrando el problema desde el conformismo y la indolencia intelectual.

Finalmente, quiero hacer alusión a lo colectivo e individual. El espíritu de la colectividad es una tendencia conductual y cultural a creer, ejercer y actuar de una determinada forma que establece el grupo; mientras que la individual se ejerce desde el librepensamiento, desde la elaboración e interiorización de las ideas, opiniones y el conocimiento del propio sujeto, del discernimiento y el libre albedrío. Pienso que el desarrollo de la comunidad social y del individuo se garantiza con el segundo caso más que con el primero. Por tanto, deje usted de creer a pie juntillas todo lo que le dicen y pase a elaborar y digerir sus propios pensamientos y conclusiones, pero tenga siempre la mente abierta, pues el flujo que le llaga es el garante de que la información variada y plural nos dará más amplitud de miras.

viernes, 12 de noviembre de 2010

En Grito de lobos


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Como sabéis, de cuando en cuando, suelo publicar en el blog Grito de lobos. En esta ocasión, con motivo de la visita papal, mi reflexión versa sobre la laicidad como marco de encuentro en el mundo de las relaciones interreligiosas, civiles, políticas y administrativas de los estados y sus gobiernos. En este caso lo he titulado: “Desde la ética laica, Dios sería laico…”

Es bien cierto, que cada día hay más creyentes que muestran su conformidad y entiende la laicidad de los estados como un planteamiento viable que garantice la convivencia entre religiones, a la vez que sustente los derechos humanos y, consecuentemente, la libertad de religión y creencias. No siempre fue así, y aún no lo es en muchos lugares. Es más, se da información tendenciosa sobre el concepto de laicidad entendida como algo negativo y antirreligioso, cuando en realidad es todo lo contrario, defiende la diversidad del pensamiento, de las creencias, y conforma un lugar o marco de encuentro para la convivencia entre ellas, preservando a los estados de su influencia impositiva.

Yo defiendo la laicidad como garante de los derechos, incluso, de todos los creyentes, desde el respeto a la divergencia y desde la asunción de que la verdad de cada uno es relativa y no determinante para los demás, por lo que nadie ha de imponer credos a nadie, salvo los propios que garanticen la convivencia y el respeto a la libre decisión en los asuntos personales y la asunción de los compromisos que afecten al conjunto de la sociedad. En este marco encaja la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU.

Me voy a más de 500 años antes de Cristo, parafraseando a Confucio en su precepto JEN o la reciprocidad de conductas: "No trates a los demás en la forma en que no quisieras que los demás te trataran”. Casi todas las religiones parecen haber asumido e, incluso, apropiado de esta idea que puede ser un buen principio de entendimiento y respeto como definitoria de la idea laicista.

El artículo lo puedes leer y comentar en
http://gritodelobos.blogspot.com/2010/11/desde-la-etica-laica-dios-seria-laico.html.

martes, 9 de noviembre de 2010

Rosa de amor



El espíritu y la razón requieren alimento. En últimas entradas mis reflexiones racionales dieron alimento a mi razón, más mi sensible espíritu reclama un poco de asistencia, beber de la sutil fuente del poeta que todos llevamos dentro y no sale muchas veces por vergüenza.

Este fin de semana, cuando fui a mi casa del pueblo, encontré una rosa que resistía estoicamente la acometida del clima otoñal en el patio, refugiada en un rincón donde aún podía percibir la cálida luz solar, se mostraba espléndidamente bella, con su singular color amarillo, que no quiero interpretar. Entonces la rapte y la entregué a mi esposa como presente. No quise dejarla morir aterida de frío y le compuse este pequeño poema que os presento. La foto es de la rosa que en el rosal espera…

Rosa de amor

Rosa de amor, que al amor esperas
Y al otoñal empuje te resistes
Al amparo de una falsa primavera.

De apacibles pétalos vestida
Ofreces todo tu esplendor
Con seductor engaño.
Buscando, efigie bucólica,
Un destino imaginario
De un falso mayo en desengaño.

Un gélido noviembre te acomete,
Más tú te refugias en el patio
Buscando el rayo ausente
De un sol fugado indiferente.

Al fin los has conseguido
Y yo me acerco embelesado
Pensando en el milagro habido
En una flor de enamorado.

Amarilla rosa que rompes los esquemas
Que vives refugiada en el otoño
Que retas la razón y pones esperanzas
En artificiales primaveras,
Hoy, prendado de tu encanto,
Me rindo a él y te hago mía
Llevándote en volandas a mi lado
En dulce y amorosa compañía.

(A la izquierda puede verse la rosa amarilla)

viernes, 5 de noviembre de 2010

Visita papal

Creo que en los inicios de un siglo XXI donde, en teoría, el nivel de conocimientos y desarrollo de la sociedad en su conjunto y de sus miembros en particular, lleva a una mayor capacidad crítica, de razonamiento y discernimiento, deberíamos reflexionar sobre lo que representa el mundo de las religiones en general y del catolicismo y el papado en particular.

Bajo mi punto de vista, a lo largo de la historia se han cometido verdaderas atrocidades, en el ejercicio del poder y en la aplicación de los principios que defiende la religión. Las religiones, de por sí, ya tienen cierto contenido absurdo, pues eliminan la singularidad del sujeto para entender su propia espiritualidad y lo encorsetan en un marco de referencia que le condiciona su evolución espiritual, para que esta discurra bajo la orientación y el sometimiento a los llamados padres espirituales o doctores de la iglesia.

Los dogmas, que chocan con la racionalidad, que se saltan a la torera cualquier razonamiento lógico, son sometidos a la consideración de acto de fe, como virtud teologal, para mantenerse irrefutables a cualquier argumentación lógica. Eso, bajo mi punto de vista, tiene otro contenido absurdo que pretende situar al sujeto en el campo del despropósito, pues le procura inculcar lo racionalmente ilógico como verdadero.

Todo ello se ha venido dando en un contexto de exhibición de poder a lo largo de la historia, sobre todo desde que la religión se asocia al poder civil. Es decir, desde la noche de los tiempos. El poder civil buscó y encontró en las religiones la clave para consolidarse en base a los principios y valores que estas defendían en conjunción con los intereses de ese mismo poder, que a la vez era compartido en una alianza simbiótica entre ambas partes.

Para que una estructura social funcione deben estar bien definidos los principios y valores que la sustentan y, a la vez, ser asumidos por todos sus integrantes sin demasiado cuestionamiento. Es más, son los propios miembros del grupo los que deben velar por que se cumplan e impulsar su implantación. Por tanto, la introyección, o la concienciación de los sujetos en esos valores, es el objetivo básico de quien quiera mantener el estatus quo. De esta forma, la religión proporciona la estructura, el esqueleto o sostén ideológico que soporta el sistema, que mantiene los valores culturales que lo definen.

Claro está que, cuando la religión, acoplada y acostumbrada al ejercicio de su poder espiritual y de domino de la masa social mediante la asunción de esos valores, ve en peligro su influencia, se remueve como gato panza arriba y entra en litigio con el gobierno hasta llevarlo al redil de sus intereses anacrónicos y obsoletos. Eso no quiere decir que determinados grupos religiosos, críticos y de base, no estén actuando consecuentemente y participando en las manifestaciones que se oponen a este tipo de visita. Son aquellos que piensan en el coste de oportunidad, es decir, en qué se podría usar ese dinero mejor que en lo que se va a usar. Entonces se acuerdan del hambre del mundo, de la pobreza y la miseria reclamantes de inversión y ayuda, de la necesidad de un mejor reparto de los bienes terrenales y menos ostentación y lujo en la jerarquía de la viña del señor.

En todo caso, yo sigo pensando y así lo hago, que es mejor entregar un donativo a MSF para ayudar a Haiti ante la epidemia de cólera, que ya ha costado casi medio millar de vidas, antes que darlo para un acto de ostentación de poder y boato que entra en colisión con los principios que pregona el evangelio y que, en teoría, defienden quienes se suman a este evento. Creo que es una cuestión de prioridades y, como decía, de coste de oportunidad. A no ser que lo que pasa en Haití se entienda como un castigo merecido que Dios le ha enviado a ese pueblo por pagano, como planteaba no se qué jerarca de la iglesia española cuando el terremoto, y no sea conveniente interferir en los designios divinos.

Por otro lado, y volviendo al tema del poder, este, para ser ejercido, debe contar con la anuencia del sometido; es decir, no hay poder sobre alguien si ese alguien no reconoce su deber de sumisión al mismo. Se puede hacer desde la imposición por la fuerza, pero solo será efectivo mientras la fuerza exista; o también por la convicción propia del sometido, y ese es un poder más sólido, mientras se mantenga la asunción e influencia de las ideas que lo soportan. Andamos intentando establecer los procesos educativos y formativos del hombre moderno, procurando que cada cual tenga criterios claros de la conveniencia o no de someterse a esas influencias y poder, con lo que ello significa en la independencia crítica y en la preservación de la propia libertad.

Evidentemente, el poder es necesario ostentarlo, exhibirlo y alardearlo para que el conjunto de la sociedad vea su imperio, para reafirmarlo. En el mundo político, religioso, incluso, deportivo, las masas dan sensación de más poder en tanto mayor magnitud presenten. Una manifestación donde acuden pocos no tiene el mismo peso que otra donde van cientos de miles. De ahí la guerra de cifras que se dan a la hora de hacer los recuentos asistenciales.

En este sentido, el problema, para mí, se da cuando se ayuda a la ostentación o exhibición de poder por parte de un sector o grupo, con el apoyo de recursos que corresponden a los demás, incluso a aquellos que no comulgan (valga la expresión) con las ideas que ese poder intenta manifestar. En este caso, nuestro rechazo al gasto que genera la visita papal, se justifica en este último punto. Es más, creemos que el gobierno debe salir inmediatamente de la implicación que tiene en esa visita y llevarla exclusivamente al interés diplomático. Dejando que ellos, desde la privacidad, organicen y costeen el gasto que generan, sometiéndose a las normas ciudadanas habituales para evitar que causen molestias injustificadas a aquellos que no se siente identificados con esa visita. No está mal que el papa visite la Sagrada Familia y todo lo que quiera, pero eso no debe implicar la parafernalia que se ha montado y el gasto que genera, ni el exceso de molestias que puedan causar a los vecinos de las ciudades que visite. Si reclamamos un Estado laico, lo justo es que no se intervenga, desde el gobierno, en estas exhibiciones de poner religioso apoyándolas ostentosamente.

No quiero extenderme demasiado, pero para cumplimentar el desarrollo de estas ideas hay dos artículos, ya colgados en este blog hace algún tiempo, que pueden clarificar, en parte, lo que pienso sobre el tema. Se titulan ¿
Dios existe? y Dios es laico para cargarlo cliquea en el título.

Me embarga el estupor ante los hechos

  Opinión | TRIBUNA Antonio Porras Cabrera Profesor jubilado de la UMA Publicado en La Opinión de Málaga el 10 FEB 2024 7:00  ======...